Aún atrapada en su jardín vive feliz la princesa. Rodeada de su atenta plebe y pájaros que con su canto anuncian que el día llega. Tiene luz eléctrica y su propia vajilla. Todos los días la visita su Señor. Todos los días suma otro ladrillo en su pared.
Esta mañana no pude aguantar mi instinto paparazzo y le robé este momento de intimidad. Se la ofrezco al Hola a ver si mi princesa merece estar en las peluquerías.
Tu princesa tiene suerte: Ladrillo a ladrillo, alcanzará la felicidad. Seguro, vamos.
ResponderEliminarSaludicos, paparazzo.