Todos a una, a golpe de silbato damos luz a la cara oscura de la ciudad.
Iluminamos las sombras que la luna y las estrellas, eclipsadas por farolas, sospechan tenebrosas.
Las farolas, tocadas en su orgullo, ven luz donde ellas aseguraban sombra.
El bosque se vuelve espacio iluminado para disfrute de la fauna humana que lo muestra, efímero, solo unas milésimas de segundo.
El fotógrafo lo aprisiona ese tiempo con su sensor electrónico convirtiéndolo de realidad temporal a impulsos eléctricos. Otra vez la magia, otra imagen.
La magia de compartir este instante con todos ustedes. Deténganse un momento a descubrir los pequeños detalles.
Participaron en este flashpainting, por orden de pura ocurrencia: Walter, Mónica, Carlos, Carla, Karlos, Sagrario, Eva, Elba, Julio, Helena, Eduardo, Juan, Angela, Betina, Angel... y se me escapan algunos. No se enfaden los olvidados. Mándenme vuestro nombre y enseguida los agrego. Estas son algunas de sus fotos que iluminan las sombras de la noche Zaragozana:
Yo voto (o brindo) para que esta gran idea se siga experimentando. Brindar está mejor.
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